The term «blowback», which officials of the Central Intelligence Agency first invented for their own internal use, is starting to circulate among students of international relations. It refers to the unintended consequences of policies that were kept secret from the American people. What the daily press reports as the malign acts of «terrorists» or «drug lords» or «illegal arms merchants» often turn out to be blowblack from earlier American operations.
Chalmers Johnson, Blowback
En el término blowback no hay nada justificatorio para los crímenes de terroristas, cárteles de la droga o mercaderes de armas ilegales. Obviamente, en el plano moral está bien claro quién tiene la culpa del 11-S, como quién tiene la culpa de ordenar la invasión de Irak o asesinar a bin Laden: es quién aprieta el gatillo y pilota el avión. Pero esto no quita -en absoluto- que la política internacional de Estados Unidos sea la responsable directa de crear un caldo de cultivo violento y radical, presto a la venganza contra los excesos del Imperio.
La principal narrativa imperial a la que se refiere Johnson es maniquea, falsa e hipócrita – esto es lo más ofensivo para los no-americanos. Está sustentada por una continua propaganda que lava el cerebro al americano medio, tradicionalmente obsesionado con el control del déficit público, para que éste pueda llegar a justificar su tremendo gasto militar y al mismo tiempo las continuas injerencias en la soberanía de Estados ajenos, lo que constituye un auténtico comportamiento imperialista de carácter neocolonial. Estados Unidos presenta a los regímenes no alineados con ellos como Estados canalla dirigidos por locos excéntricos -no es que esto tenga su parte de verdad- pero obvia totalmente, sin ir más lejos, que Irán o Corea del Norte ven continuamente amenazada su propia integridad territorial, cuando están a 10.000 kilómetros del país que los amenaza con bombardearlos -de modo bastante real y probado, viendo Irak, Afganistán y Libia.
Para Irán, la bomba atómica es un mecanismo de auto-defensa – sólo pueden atacarle ahora que no la tiene. Corea del Sur, una dictadura militar teledirigida por los Estados Unidos hasta el 1992, hospeda multitud de bases americanas y se dedica a maniobras militares de prácticas ostentosamente agresivas con Corea del Norte. También los serbios padecieron un exterminio étnico durante las guerras balcánicas, pero Milosevic era el malo y Tudjman -igual de criminal de guerra que el primero- y Thaçi -paramilitar traficante de órganos de prisioneros serbios y ahora primer ministro de Kosovo-, los buenos. El atentado de Lockerbie ordenado por Gadafi fue una respuesta al bombardeo de Libia por Reagan el 1986. No se trata de participar del discurso antiamericano enumerando la larga lista de dictaduras en Sudamérica, África y Asia patrocinadas por Estados Unidos, sino de señalar lo arbitrario, parcial y profundamente injusto del discurso del Imperio, del cual España también es mero satélite.
Using the low-end estimate of 110,000 dead civilians in Iraq war, Iraq has suffered a «9/11» once every 83 days since March ’03. Adjusted for population, the social impact is more like a 9/11 every 18 days.
Es aquí que las muestras de dolor por las víctimas del 11-S se vuelven, irónicamente, escatológicas y casi ofensivas, sobre todo cuando uno compara la respuesta americana al atentado (dos guerras, asesinato de los culpables) a la española (retirada, juicio de los culpables). ¿Es que acaso valen más los muertos estadounidenses que los irakíes, chilenos o nicaragüenses? Exigir nuestra empatía sólo puede pasar al mismo tiempo por la actitud coherente, legítima y valiente de reconocer al cien por cien el comportamiento bronco y matón del Imperio Americano. Es que fue precisamente este comportamiento que puso a las víctimas en el centro de la diana. Además, cabe preguntarse también lo útil que le es esta estrategia de policía del mundo al Imperio: no sólo le da impopularidad, sino también paro estructural – sin ir más lejos la mayor parte de la industria manufacturera se ha desplazado a Asia. Es lo que Paul Kennedy llama «imperial overstretch«, la forma definitiva de blowback.
El origen del paro y el déficit en EE UU se puede remontar a las guerras en Afganistán e Irak.
Joseph Stiglitz, El precio del 11 de septiembre