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¿Es Artur Mas un chorizo?

17 marzo 2011

Eso me pregunto yo al leer el periódico y enterarme que (namberuán) el tesorero de Convergència hasta el pasado enero, Daniel Osàcar, ha sido imputado por el cobro de comisiones ilegales de Ferrovial a través del Palau de la Música, por la adjudicación de las obras de la Línia 9, la Ciutat de la Justícia y un polideportivo en Sant Cugat (siendo conseller de Obres Públiques Felip «Terminator» Puig, el actual y antiético conseller de Interior), lo que constituye un caso de financiación ilegal y corrupción política. Obviamente aquí pesa la presunción de inocencia; ahora bien, los peritos de Hacienda han declarado que los cobros «son muy probables» y no estamos hablando de un ciudadano cualquiera, sino del tío que llevaba las cuentas del partido ahora en el gobierno de Catalunya. ¿Hasta qué punto la campaña de CiU que ganó Mas fue financiada con estos sobornos? ¿Hasta qué punto la actual campaña de Trias para Barcelona está financiada con este dinero? ¿Hasta qué punto es culpable y encarcelable Felip Puig? ¿Hasta qué punto conocía Artur Mas esta oscura trama de corrupción?

Como en mi pueblo decimos que «quién calla, otorga» y el president del tres per cent aún no ha hecho ninguna declaración institucional al respecto, pues me pregunto, que no afirmo, si Artur Mas es un chorizo. Las sospechas aumentan cuando uno ve el oscuro historial de corrupción de CiU y uno recuerda la cuenta de su padre en Liechtenstein de la que  Mas es beneficiario y es investigada por fraude fiscal. ¿Dónde estás ahora, president, cuando te necesitamos para limpiar la reputación de esta institución que dices defender? En Japón dimitió hace poco el ministro de Exteriores por aceptar 400 euros de una coreana. A ver si aprendemos, president.

Mas y Duran seleccionaron mano a mano a Mascarell y los tres independientes.
Todos los consellers son universitarios y la mayoría con expedientes deslumbrantes

La Vanguardia, Mas nombrará a Joana Ortega vicepresidenta del Govern

Pero (nambertú) ahora resulta que la vicepresidenta del Govern dels Millors no tiene título universitario, sino tan sólo de bachiller. Eso no sería problema (también existen la universidad de la vida y la universidad de la empresa privada, no nos vamos a poner elitistas, como hicieron en su momento los opinadores antitripartit) si la vicepresidenta, tan ferviente católica ella, no hubiera mentido en su currículum para conseguir un puesto de trabajo que pagamos entre todos los ciudadanos de Catalunya. Hace poco el ministro de Defensa alemán dimitió por plagiar su tesis doctoral. A ver si aprendemos, president, y hacemos dimitir a los que mienten a la ciudadanía, porque si no entonces estamos asumiendo su culpa.

Y namberzrí… el ridículo del límite de los 80 km/h, contra la opinión de las asociaciones científicas de salud pública, ahora que nos enteramos que tan sólo la contaminación de los coches diésel ya nos quita a los barceloneses trece meses de vida trece;  la derogación a lo Gadafi del Código Ético de los Mossos d’Esquadra; el desalojo de ocupaciones sin orden judicial; un conseller de Sanitat con intereses privados; el hit «las crisis árabes ayudarán el turismo de las costas catalanas»; la sumisión del Govern dels Millors al lobby nuclear (con su intención de construir el cementerio atómico en Ascó en plena revisión de este tipo de energía) con el hit «si nos gobierna ICV el Camp Nou se quedará a oscuras» y al de las concesionarias de las autopistas (salvándolas con dinero público en Madrit); más el hit del concierto fiscal «donde dije digo, digo Diego (dos días dos después del 28-N)» -eso es, mentir en campaña-, más la manipulación de los medios de comunicación para ganar elecciones y sembrar odio con un ejército de superopinadores, más la demagogia de siempre de decir que defienden a un territorio que históricamente han despreciado con su centralismo en infraestructuras. Y esto tan sólo en cien días de gobierno de derechas.

Entonces uno entiende qué es eso del nacionalismo: la muy simple y muy falsa idea de que «nosotros defendemos al país» para poder engañar electores, ganar elecciones y poder desarrollar un intenso programa de choriceo, latrocinio y destrucción de la democracia. El nacionalismo consiste, por lo tanto, en apelar de manera vaga pero efectiva a los sentimientos de pueblo, de nación, que puede albergar la ciudadanía, para poder robar a las arcas públicas y un largo etcétera.

Es la fina diferencia entre nacionalismo e independentismo; los primeros apelan a sentimientos para poder engañar a la ciudadanía, mientras que los segundos tienen un programa político basado en conclusiones racionales y dentro del marco democrático.

3 comentarios

  1. Grácias por enlazarme! Te difundo!


  2. osti quin montre polític, classe magistral de retòrica independentista


  3. La Joana Ortega a part de no dimitir segur que tampoc anirà a confessar-se per haver mentit, tan catòlica que es presenta.



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